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Venezuela
Fotógrafa por Vocación|Viajera de pura pasión|Venezolana enamorada♥ libiabolivaroraa@gmail.com

martes, 20 de enero de 2015

Navidad Sabanera 2014


Este Diciembre comenzó diferente para nosotros. Teníamos pensado ir a la Gran Sabana para el día de Navidad, así que Diciembre comenzó movido, en plena organización de donativos que habíamos estado recolectando desde el 2013 y que ahora empaquetábamos, cotillones y regalos junto a caramelos y chupetas para entregarlos en una Comunidad Indígena que nos había recomendado visitar un gran amigo que vive en Santa Elena de Uairén desde hace unos doce años...
La etapa de organización de Donativos aunque agotadora, siempre es divertida. Reunirnos a armar cotillones y envolver regalos siempre llena de alegría. Estuvimos unas 4 semanas en eso, y finalmente unos días antes del viaje ya teníamos todo organizado para regalar a los niños casi 500 juguetes que fuimos recolectando gracias a gente maravillosa de gran corazón que nos apoya en estas ideas locas y alegres que siempre se nos ocurren.
Aparte de los preparativos para nuestra Labor Social en la Gran Sabana, debíamos ir preparando el equipaje y toda la parafernalia de nuestro campamento. Ya que íbamos a pasar Navidad queríamos que todo fuera fabuloso. Llevamos hallacas, todo para la ensalada de gallina, luces de navidad y muchas cosas para decorar nuestra mesa para la cena. Nos gusta hacer "Glamping",que significa acampar elegantemente, o con glamour (jajajaja).
En la casa antes de salir
Dejamos todo listo la noche anterior para poder salir de madrugada, ya que la primera pernocta sería en Upata y debíamos pasar por El Tigre buscando un último pasajero integrante de la caravana.
La salida fue a las 5am, de modo que a las 4:30am llegó Alfred (KTQMENE), que se unió a la Caravana desde Valencia, Edo. Carabobo con la Yellow Thunder. Montamos en su camioneta varias bolsas con ropa que habíamos organizado junto a los juguetes que regalaríamos, y cuando estuvimos listos, arrancamos desde Cagua, Edo. Aragua rumbo a La Gran Sabana.
El amanecer fue todo un regalo como siempre!. Comenzamos a ver la luz dorada del sol cuando íbamos rumbo a Ortiz, Edo. Guárico. Hicimos parada en Dos caminos donde tomamos café, degustamos una exquisita torta de chocolate que trajo Alfred y esperamos al cuarto vehículo de la caravana que había salido desde San Sebastián de los Reyes, Edo. Aragua.
Compactamos caravana, y seguimos nuestro rumbo. La carretera del llano nos regala paisajes hermosos, mucho verdor y una luz radiante.
Cristo de Pariaguán
Al llegar a Valle la Pascua hicimos parada en la Fábrica de hielo, donde llenamos las cavas para resguardar la comida y seguir la ruta. Recargamos gasolina más adelante y volvimos a pararnos en el Cristo de Pariaguán, pues andábamos con personas que no conocían la vía y la idea es que conozcan Venezuela, allí hicimos las fotos de rigor y continuamos hacia El Tigre donde pasaríamos buscando a Amanda.
Una vez en El Tigre recargamos gasolina nuevamente y pasamos buscando a Amanda. Repartimos copilotos en los carros y ahora sí, listos para llegar hasta Upata.
Orinoco
El atardecer nos esperó en el Puente Orinokia, sobre el majestuoso Río Orinoco, hicimos parada rápida para hacer algunas fotos y seguimos nuestro camino.
Llegamos a Upata al anochecer, ya teníamos reservación hecha en la Posada Villa Nela, allí dormimos y nos levantamos antes del amanecer para poder rendir el tiempo en la carretera, ya que el destino para nuestro segundo día de viaje era Santa Elena de Uairén, pueblo fronterizo que nos espera para nuestro merecido descanso.
Posada Villa Nela, Upata
Recargamos gasolina en Guasipati, donde tuvimos que esperar un poco ya que la gandola estaba descargando combustible en la bomba. Salimos y rodamos un poco hicimos parada más adelante donde nos comimos unas suculentas arepas y empanadas. Agarramos fuerza y seguimos el camino.
La próxima parada para combustible fue en el km 88, allí aprovechamos que había una cola para turistas y no demoró más de 30 minutos recargar todos los carros. 
Piedra de la Virgen
Partimos  de ahí mientras cruzábamos el WenamukTepuy y llegábamos a la Piedra de la Virgen, donde paramos para que lo conocieran e hicimos las fotos de rigor. Cruzamos la Sierra de Lema y de pronto,cuando comienzas a ver la vegetación diferente y la brisa roza tu cara es cuando entiendes que estás llegando al destino, y la Gran Sabana se abre hacia ti regalándote todo su esplendor...
Desde el Monumento al Soldado Pionero
Como es de esperar paramos en el Monumento al Soldado Pionero, allí la brisa es divina y para quienes no conocen es importante que paren allí, es un sitio emblemático, ya que fue eregido como tributo a aquellos oficiales y soldados de nuestra Fuerza Armada, quienes a finales de los años 60, del siglo pasado, construyeron la carretera que permitió la comunicación terrestre de Santa Elena de Uairén con el resto de Venezuela.
Volvimos a la carretera de asfalto, compactamos caravana y rodamos un poco, pasamos el Fuerte Luepa y continuamos hacia Kamoirán, donde echamos gasolina sin ninguna novedad... Paramos rápidamente para llevar hasta los Rápidos a quienes no conocían y volvimos a los vehículos.
Más adelante hicimos parada en el Mirador del Oso, ya que los tepuys estaban medianamente despejados y la vista era increíble!.
Entrando al Mirador del Oso
Estar allí parados, respirando esa brisa,mirando hasta donde la vista y la imaginación te permite y conectándote con la madre tierra es una experiencia que debe disfrutarse al menos una vez en la vida.
Además que en la sabana debe aprovecharse esa oportunidad al ver los tepuys despejados, ya que lo habitual es que las nubes los cubran debido a su gran altura.
En orden de izquierda a derecha los Tepuys se llaman así: Irú,Traamén,Karaurin, Wadaka Piapó,Yuruaní, Kukenan y Roraima.
Hay en el mundo 150 tepuys aproximadamente, de los cuales 100 están en la Venezuela; por eso la Gran Sabana es conocida mundialmente como Tierra de Tepuys. Así de bendecidos somos.
Al Salir del Mirador ya el rumbo era Santa Elena, dormiríamos allí esa noche, así que aún nos quedaba un trecho por andar.
Llegamos a Santa Elena al anochecer, ubicamos la casa donde llegaríamos y nos acomodamos para pasar la noche. La mañana siguiente compraríamos algunas cosas en el pueblo y partiríamos vía al Paují.
Nos levantamos temprano,no tempranito con el amanecer, pero si un ratico después... Hicimos un desayuno de campeones criollos y recogimos el perolero...


Debíamos ir aun al pueblo de Santa Elena para comprar hielo, y otras cositas para tener para el camino. Así lo hicimos y luego partimos rumbo a El Paují. Llegamos con la luz del día aún y comenzamos a armar nuestro perolero en el Campamento El Vergel, un sitio apacible y calmado que además de brindarnos la cercanía al Abismo y un suave pasto donde acampar, nos ofrece baños, duchas y hasta fregaderos... Es nuestro lugar preferido de acampada en El Paují.
Vía El paují - Yellow Thunder
Allí hicimos nuestras suculentas hamburguesas y nos fuimos a dormir. El Campamento estaba sólo para nosotros, así que la noche estuvo silenciosa y tranquila. En la madrugada el frío se hizo sentir, quizas por estar en esta temporada el frío arremete duro... Unas cobijitas, quizas bajar la solapa de las carpas de techo, voltearse y seguir durmiendo...
Campamento El Vergel. El Paují
A las 5am fue la partida para quienes subirían al Abismo. La caminata dura unos 45min, se pone algo dura en un tramo, pero hay que mantener la mente en el destino final, recordar que la meta lo vale... Las paradas para recuperarse, descansar un poco y tomar agua están permitidas!. Recuerden si van a visitarlo, suban un termito con agua, pues no encontrarán agua en el camino.
El Abismo. Foto: Carlos


Subir al Abismo es una experiencia que todo el mundo debe vivir, lo interesante es concientizar que se trata de un Tepuy, su nombre es WOIPAN TEPUY, y nos ofrece una vista majestuosa de la Sierra de Pakaraima de Brasil. Esta zona es famosa por manifestar avistamientos de Ovnis, de hecho visitantes de todo el mundo asisten para intentar experimentar algo de esto... Nosotros aún no hemos tenido esa oportunidad...



El Abismo. Foto: Carlos
El amanecer sobre el Abismo fue un regalo, la luz dorada que suavemente va tocando las cumbres de las montañas y las copas de los árboles, puede sentirse a la selva agradecida de recibir su calor y su luz... Si bien es un regalo para los visitantes por la vista, también lo es para la naturaleza por la vida que regala la luz que emana del sol.
Mientras los caminantes bajaban de regreso, trayendo sus anécdotas y recargados por la vista y la caminata, los que quedamos en el campamento comenzamos a hacer el desayuno... Un suculento desayuno con pan tostado, mantequilla y mermelada, jamón, quesos y hasta huevitos fritos sirvieron de activador para los cansados caminantes...
Terminar de desayunar, recoger campamaneto y partir!, ese era el plan. Queríamos llevarlos a Pozo Esmeralda y Salto Catedral antes de volver a Santa Elena, y así lo hicimos.
La primera parada fue Pozo Esmeralda, en cada visita lo veo más esmeralda!. La caminata son escasos 10mim, la primera parte en grandes rocas a pleno sol y la segunda entre raíces resbalosas, así que hay que tener cuidado. Siempre disfruto mirar la expresión en el rostro de la gente cuando ven una belleza así por primera vez... Las reacciones de asombro y alegría no se hicieron esperar... Tampoco se hicieron esperar los excursionistas que bajaron apresurados para lanzarse al pozo cuanto antes!. Definitivamente esas aguas te llaman!, y hay que hacerles caso...
Tomamos algunas fotos, seguimos practicando con la GoPro (para ver si nos decidimos a comprar una o no), y disfrutamos del agua y sus bendiciones...  Siempre bendigan el agua de esos ríos, sentirán la diferencia!.
Salimos del agua, nos pusimos los zapatos y subimos de regreso a los vehículos. Recargamos los coolers con hielo, porque el sol estaba bien picante y el último tramo de caminata de regreso es en pleno sol.


Salto Catedral

Nos montamos en las camionetas y arrancamos. Por radio cuadramos que la próxima parada sería en el Salto Catedral, así que salimos...
Tal como acordamos, hicimos parada en el Salto Catedral, llegamos casi a medio día. Le comenté a los excursionistas que el sol estaba rudo,que debían usar protector solar y repelente, gorra, manga larga si tuvieren disponible y que llevaran agua, la caminata demora unos 20 o 30minutos, pero hay un tramo largo donde el sol no perdona. 
Salto Catedral

En esta ocasión no bajamos todos hasta el Salto, como ya hemos ido en otras oportunidades, preferimos resguardarnos del sol y aprovechar para conversar con la gente que tiene el restaurancito allí en Catedral. Nos contó sobre unos pozos que visitaremos la próxima vez que volvamos a El Paují y estuvimos hablando un poco más de una hora. Allí venden unas tortas riquísimas, jugo de malva y agua de jamaica... ¡¡Son IMPELABLES!!. ¡Epa!, las hamburguesas no juegan carrito!...
Aprovechamos el tiempo de espera, y caminamos hasta la zona de camping que tienen al frente, allí debajo de los pinos puedes sentir la brisa que viene de la sabana, la escuchas venir mientras va moviendo las hojas de los árboles y de pronto toca tu cara sutil, pero firmemente... Es otro regalo de la  naturaleza. Pude recolectar allí unas piñitas de los pinos que estaban en el suelo para adornar nuestra mesa en Navidad...
Al retornar los excursionistas, se veían cansados pero alegres!, y eso es lo que cuenta. Aprovechamos de pedir unas hamburguesotas que venden allí mismo en es Restaurancito y comimos... Así llegamos listos a Santa Elena.

Antes de llegar a Santa Elena de nuevo, hicimos parada en la Comunidad de Santa Lucía, Poi Poi - Tupu, donde llamamos a todos los niños con el fin de regalarles juguetes y ropa. Fueron llegando de todos los tamaños y edades, hasta los más grandecitos a quienes les regalamos una pelota.
Santa Lucía, Poi Poi- Tupu. Foto: Alfred
Al llegar al área de cobertura recibimos una llamada informándonos que alguien se uniría a nuestra caravana... Lo estábamos esperando!.

Aprovechamos de llegar hasta Pakaraima (La Linea) ya que aun era de día,  aprovechamos de hacer las fotos respectivas y cruzamos hasta Brasil, desafortunadamente casi todo estaba cerrado, pero pensamos que podíamos volver al día siguiente.
Frontera Venezuela - Brasil. Foto: Carlos
Dormimos esa noche en la casa de la montaña en Santa Elena y en la mañana siguiente recargamos gasolina, esperamos a Toto (que ya venía cerquita), compramos unas cosas, y agarramos pa'  la sabana!.

Ese día nos fuimos directo para el point donde acamparíamos.. Era nuevo para nosotros y creo que fue un regalo de navidad adelantado de Toto habernos mostrado el camino. Cuando íbamos en la vía al point, marcamos otras entradas que visitaríamos el día siguiente o en cualquier momento.
En el Campamento, Foto: Alfred
Llegar al Point y sentir asombro, alegría y sentirse en casa, fue lo mismo!. Definitivamente el lugar perfecto para acampar. Toto nos acompañó un rato y regresó a Santa Elena, pues tenía trabajo pendiente. Nos veríamos el 24, en nombre de Dios.
Nos organizamos, estacionamos los carros  y armamos carpas... Esa noche cocinó Alfred!, y sinceramente, puede volver a cocinar cuando guste! Jajajajaja
El espíritu de la navidad debe haber llegado hace días, porque ese día era 22 y ya estábamos super navideños y felices... Cenamos, conversamos un ratico,salimos a mirar el cielo y nos acostamos... Esa noche llovió...
Salto Kamá
Y el día siguiente el día amaneció nublado y lluvioso. Aprovechamos el sol de la mañana para que las carpas se secaran y poder cerrarlas. Recogimos campamanto y salimos a visitar otros sitios.. Alfred nos propuso abarcar varios sitios para que los nuevos visitantes pudieran conocer bastante en su primer viaje.

Salimos a la carretera de asfalto, fuimos a  La Golondrina (donde nos habían recomendado pasar Navidad, pero estaba full), fuimos a Kamá y finalmente a  las Cascadas de Manakachí (que también tenía gente). Luego a recargar gasolina en Kamoirán, donde conversamos sobre el point para pasar navidad... Decisión Unanime, devolvernos hasta el point que nos mostró Toto. Ahora faltaba que no estuviera ocupado...
Cascadas de Manakachí. Foto: GoPro
Avisamos a Toto por teléfono que volveríamos a acampar en el mismo lugar salvo que le avisaramos lo contrario. Comenzamos la ruta de regreso al point y desde lejos notamos que habían algunos carros en el sitio... Decidimos que uno de nuestros vehículos se acercara para averiguar si estaban acampando. Muchos de estos vehículos nos los cruzamos en el camino, ya que iban de salida, y al llegar hasta el sitio nos encontramos con un señor y su familia que estaban pasando el día pero no tenían planes de pernoctar. De modo que nos comunicamos con el resto de nuestra caravana y les notificamos que podían venirse ya que sí estaba libre el sitio y acamparíamos allí para pasar navidad. Nos gustan los sitios solos y alejados, y estábamos buscando eso para nuestra cena de navidad...


Comenzamos a armar campamento cuando se fue la familia que estaba allí, y armamos justo a tiempo porque la lluvia arrancó apenas abrimos las carpas...
Nos dedicamos a poner a tono lo que sería nuestra zona de comida y comedor, pues queríamos que todo estuviera organizado para navidad, que sería el día siguiente.  Cocinamos y cenamos, luego conversamos un rato y nos acostamos a dormir, estabamos cansados...


Foto: Mau

 A la mañana siguiente cada quien se despertó cuando le provocó!, pero al estar todos despiertos comenzamos a hacer un suculento desayuno y comimos todos juntos. Recogimos un poco y nos fuimos al pozo!... Estabamos con una baja en el nivel de "baño en cascada" y necesitabamos un bañito... Comenzamos a explorar el río y encontramos otro pozo más arriba, donde también nos bañamos!. 
Foto: Mau
Durante ese rato, llegaron hasta el campamento otros viajeros y reconocieron nuestros vehículos, nos agradó la conversa un rato con ellos, siempre es agradable encontrarse con gente buena en el camino.  Estuvimos en ese plan todo el día hasta la tardecita, que decidimos subir para decorar nuestro campamento y preparar los detalles que faltaban para la cena de navidad...


Hacer la ensalada de gallina, cocinar las hallacas y el pan de jamón que traería Toto desde Santa Elena esa tarde-noche... Ese era el plan. Ya habíamos puesto a descongelar las hallacas, asì que estaban listas para cocinarlas. Hicimos la ensalada de gallina, mientras otros decoraban el lugar. Pusimos la mesa y todo quedó listo!. Ahora a alistarnos para la cena
Esperando las Hallacas para la cena de Navidad
Llegó la hora de la cena entre chistes, gaitas y cuentos. De pronto, ¡Llegó Toto!, alguien dijo y salimos a recibirlo, muy contentos de su llegada. De paso trajo 3 panes de jamón que complementaban nuestra cena... Mientras se cocinaban las hallacas, conversamos otro poco, echamos unos chistes malísimos, pero que tienes que reirte y escuchamos unas gaiticas cortesía de La Wales...
Cuando estuvo todo listo, brindamos. Brindamos por estar ahí, vivos, sanos, felices, brindamos por estar juntos celebrando la Navidad en esa tierra mágica y única. Brindamos por la vida, por quienes amamos y no estaban ahí con nosotros, y por todos los demás caminos que recorreremos...
La mesa está servida!, y cenamos... Con el sonido del agua que corre sin descanso, pero sin prisa, y con el viento que está aquí pero que va sin destino a cualquier lugar donde sea llamado, y con el sonido de las risas de unos y otros que resulta contagiosa y que surje de la felicidad de estar en ese presente, en esa navidad sabanera que tanto planificamos.
Luego de la cena nos fuimos a ver los millones de estrellas, los planetas, las estrellas fugaces que nadie sabe a donde van, las constelaciones enteras y hasta una que otra luz con un moviento extraño a las cuales no supimos ponerle nombre... Vimos algunas nubes con forma peculiar que se acercaban y se disipaban y la luna apenas pasó a saludar y luego se fue sin avisar... Algo de chocolate y pirulin nos amenizó la velada de observación. ¡Un buen rato pasamos allí!.
Luego de eso nos fuimos a dormir, debíamos descansar, pues el día siguiente nos esperaba una gran labor, llevaríamos juguetes hasta San José de Tuauken...
 
Amaneció y nos levantamos, pues teníamos que cocinar y recoger campamento para partir a la Labor Social. Hicimos panquecas!, queríamos algo especial y sabroso.
Recogimos lo más rápido que pudimos, siempre entre todos, colaborando con quien necesitara ayuda, de eso se trata. 
Cuando estuvimos listos, arrancamos. Hicimos parada en la Panadería del Manantial donde nos ofrecerían información extra sobre la Comunidad. Queríamos tener información antes de llegar, ya que es importante cuando se hace una actividad de este tipo, llevar juguetes suficientes para todos los niños. Ningún niño puede quedar sin juguete. Si no hay juguetes para todos, no habrá para ninguno.

Camino a San José de Tuaukén

Habíamos logrado recaudar y comprar casi 500 juguetes, pero siempre es bueno verificar la población. Así que en la Panadería teníamos un amigo que nos informaría. Allí nos confirmaron que en Tuaukén habían unos 200 niños más o menos, lo que nos tranquilizó y emocionó!. Teníamos juguetes para todos así que iríamos sin dudarlo!.
Mientras estábamos cuadrando esos detalles, notamos que una de las camionetas tenía un desperfecto. Una pieza se había partido y nos generaba inestabilidad al conducir. Conversamos sobre la falla, para saber que haríamos. 
Decidimos seguir con los planes de la Labor Social, y al terminar iríamos hasta Santa Elena donde resolveríamos soldando la pieza para solventar en el viaje,luego resolveríamos de forma definitiva al llegar a casa.
Vía San José de Tuaukén. Foto: Toto
Partimos vía Tuaukén, como le dicen los indígenas, la vía está bastante buena, el invierno no hizo mucho desastre ahí. En la vía comienzas cruzando la sabana y tienes vistas que te enloquecen con su grandeza y te hacen sentir diminuto ante la naturaleza. Esa sabana gigante, sólo se interrumpe por una selva húmeda, que sale de la nada donde los árboles son tan grandes que deben tener cientos de años y abajo la vegetación es tan espesa que no te deja ver mucho más allá que las hojas que acarician los carros al pasar...
En el suelo, un barro que debe ponerse interesante en invierno, pero que en verano no descansa, y más abajo unas piedras planas que te hacen resbalar cuando pasas... La selva es lo suficientemente larga para intimidarte, y sin mentirles, nos sentimos observados por quien sabe cuantas especies de animales que desde la seguridad de su escondite nos miraron pasar...
Al salir de allí, vuelve la sabana, esa que ves tan quieta que llama al descanso, así estuvimos acompañados hasta que se vislumbra la Comunidad, unas 2 horas y media despues.

Al llegar preguntamos por el Capitán, un hombre joven pero serio, quien nos dió la bienvenida en nombre de su gente... Todo el pueblo salió a mirar y a saludar. No es un espectáculo habitual mirar 5 camionetas llegar cargadas de regalos para los niños y hasta para los grandes!.
Vista de la Comunidad
Llegar allí y no sentir tocado el corazón es imposible!. Cuanta inocencia, cuanta magia en esos niños, cuanta luz en sus miradas...
Las lagrimas se salen solas, hasta para el más duro. No de dolor, sino de emoción, o de alegría, o de entusiasmo, o de ganas de darles un abrazo, o de regalarles tu cariño, en fin eso que uno siente, que es una mezcla de emociones, a veces irreconocibles es eso que llaman Amor, y que te llena el alma aunque no quieras, aunque no te lo esperes, y aunque no estés preparado.... Ese, es nuestro regalo de navidad para los viajeros que nos acompañaron, y para nosotros mismos.
Gente de San José de Tuaukén
Entre las cosas que supimos de esa comunidad, es que están ubicados en las riveras del río aponwao, que tienen unos 200 niños, la más pequeña una belleza de 15 días de nacida que nos llevaron para que conociéramos y que nos enamoró!.
Nos comentó también el Capitán que era la primera vez que alguien llevaba regalos a los niños, eso fue todo un compromiso para nosotros, y digo compromiso porque primeramente nos sentimos honrados, definitivamente de alguna forma fuimos escogidos como una aguja en un pajar para estar en ese sitio ese día, y eso es estar bendecidos.
Ubicados para la actividad. Foto: Toto o Alfred


Con la maestra
Tuvimos la oportunidad de conocer a la maestra de la escuela, la de educación inicial. A ella le dejamos unos libros, juegos didácticos y pelotas. Para que las usaran los niños de la escuela.
Mucha gente hermosa y agradecida. De amor y agradecimiento está llena  la gente de Tuauken.
Organizamos rápidamente todo para nuestra actividad. Llamaron a los niños a través de un parlante que tienen en la comunidad, mientras tanto, armamos los toldos, sacamos y ordenamos los juguetes y fuimos ubicando a los niños que llegaban, iban llegando de a montones quizás con miedo, pero entusiasmados de vernos... Si supieran lo felices que estábamos nosotros de estar allí...


Las chicas se pusieron en el espacio que nos prestaron para organizar a los niños y pintar caritas, hicieron 3 filas para agilizar. Y nosotros nos quedamos en los toldos con tremenda mesa, full de juguetes esperando a los niños para entregarles uno a cada uno.
Mientras unas estábamos detrás de la mesa, los muchachos iban buscando a los niños que ya estaban pintados y nos lo traían para darles un juguete. Es movido, divertido y alegre. Le asignamos la cámara a dos del grupo, mientras el resto hacíamos nuestra parte. ¡Entregué mi cámara!, lo siento, regalar me llena más que fotografiar... Así que las fotos de la Labor son cortesía de los camarógrafos designados y de los que tuvieron chance de ir captando momentos con la cámara y el corazón a la vez!.


Mientras estábamos entregando juguetes y divirtiéndonos con los niños, el Capitán hablando en su lengua indígena preguntó a la comunidad en general si estaban de acuerdo en hacernos unos regalos de artesanía como agradecimiento; a lo que la comunidad en pleno respondió: ¡siiiii!, así que comenzaron a  correr niños y madres a sus casas, a buscar sus trabajos en artesanía, y nos llenaron de regalos!. Teníamos el alma engrandecida, no cabíamos en el cuerpo!. Mira que dentro de su humildad, agradecer con sus mejores cosas y su más bella intención... ¡Es alucinante!. Definitivo, tenemos mucho que aprender de esta gente!.

Y cuando crees que todo el agazajo ha terminado, sale esta pequeña indiecita con la piel del color del agua del río aponwao y nos canta una canción en castellano y su lengua natal que me hizo llorar!. Verdaderamente hermoso!.

Y luego, comienzan a sacar ollas de Tumá, y jarras de  kachiri, y unos platicos con kumache y grandes tortas de casabe!. Cambures, carne de res, y todas esas delicias que tenían para celebrar ellos en comunidad y que las comparten con nosotros. Cada familia aporta su parte; descubres diferentes sazones y sabores, unas pican, otras no tanto. Pruebas mojando el casabe en cada sopa y te sirves la carne en el plato. Para ellos el Tumá se comparte y todos pueden comer desde la olla mojando el casabe.

Disfrutando del agazajo
Al finalizar nos pusimos frente a los carros para la foto oficial, llamamos a todos!, niños adultos y hasta un perrito que andaba paseando por ahí... ¡Nos tomamos una tremenda foto!, y nos despedimos, lamentablemente nos despedimos pues debíamos partir, ya con el atardecer, con esos últimos rayos de luz que ponen la sabana dorada y que se llevan el día para traer la noche.
Nos fuimos, con ganas de volver, pero con el corazón gigante y lleno de alegría y amor.
Atardecer saliendo de Tuaukén

Nos tomó más de dos horas volver a la carretera de asfalto, pero en el camino pudimos disfrutar el hermoso atardecer y el color dorado de la sabana cuando el sol está cayendo.
Así llegamos a la gran serpiente negra, nombre que los indigenas dieron a la carretera de asfalto, en virtud de que desde la cima de cualquier tepuy la troncal 10 se aprecia como una gran serpiente negra que cruza esa tierra de tepuyes o Wëkta.
Las luciérnagas son las estrellas que iluminan la sabana...
Rodamos un rato más hasta llegar a Santa Elena, allí dormimos en la casa de la montaña. Llegamos a descansar, nos comimos algo y a dormir.



Al día siguiente nos levantamos, recogimos todo, desayunamos un pan delicioso que nos hizo Mariela, la cuñada de toto que vive allí en una casa en la montaña al lado de donde nosotros llegamos. Cuantas atenciones y buena energía...
Luego de desayunar nos dividimos en dos grupos, nosotros en Victoria fuimos con Toto a resolver con soldadura lo de la pieza rota. El otro grupo fue hasta el pueblo a comprar lo que faltaba, entre comida, hielo y otras cosas. Luego iríamos a recargar gasolina y saldríamos a la sabana de nuevo.
Encontramos donde hacer la soldadura a Victoria; el Chino, así le dicen, nos hizo el favor de resolvernos ese detalle. Al finalizar nos cobró Bs.500, dinero que no quería aceptarnos ya que le dimos a su hija de regalo un peluche enorme. Pero no lo permitimos, trabajo es trabajo y ese regalo es aparte y no va con la intención de evitar que nos cobrara, así que pagamos los Bs.500 y nos despedimos, no sin antes recibir toda la gratitud que una sonrisa puede mostrar; es como ver nuevamente la inocencia en un rostro adulto que se sorprende de encontrar amor en una acción sin esperar nada a cambio...
Valle de los Bonsai
Nos encontramos con la Wales en el camino y partimos a recargar gasolina. El resto del grupo aun andaba comprando unas cosas, luego de recargar gasolina nos comunicamos con el resto de la caravana y mientras ellos recargaban gasolina nosotros compramos más hielo y una torta para Andrea en secreto, ya que cumplía años el 28 de Diciembre y queríamos darle la sorpresa!.
Quebrada de Jaspe - Kako Parú
Saliendo de Santa Elena hicimos parada en el Valle de los Bonsai, hicimos algunas fotos, tuvimos la oportunidad de toparnos con un nido diminuto que abrigaba a dos pichoncitos... Una hermosura!.
De allí hicimos parada en Kako parú o  Quebrada de Jaspe, ya que es NECESARIO que los viajeros novatos conocieran ese lugar y para nosotros es siempre un placer parar allí...  Mientras subimos, notamos que habían varios niños allí, de modo que al bajar les haríamos unos regalitos...

Un baño de cascada, fotos grupales, fotos individuales, recarga de energía debajo de cascada, piedra roja brillante, flora y fauna impresionante, todo eso en un mismo lugar... Es impelable!.
Comunidad Kako Parú
Cuando salimos, tal como habíamos pensado, llamamos a los niños para darles algunos regalos. No eran muchos niños, pero siempre te conquistan con esa mirada tímida y su piel color canela. Nos reunimos con ellos, les dimos los juguetes y hasta tomamos algunas fotos, allí, el pequeño REI, agradeció con muchas sonrisas y juegos con Carlos. Al despedirnos nos dieron las gracias, nos dijeron adios y hasta un "vayan con Dios", que fue el regalo de uno de los pequeños y que le salió del corazón... Así fue nuestra experiencia en Kako Parú.
Atardecer en la Sabana
Salimos de allí a San Francisco de Yuruaní. Teníamos hambre ya, y ese día no queríamos cocinar. Mientras ordenamos la comida aprovechamos de comprar artesanía, creaciones que me parecen llenas de inocencia y laboriosidad. Algunos imanes para la nevera, pulseritas tejidas con semillas e hilos, atrapa sueños y hasta la cadena oriental de tepuyes tallados en madera o caolín... Hay variedad para escoger!.
Campamento en Pachay Dumu


Allí comenzamos a percibir el atardecer, así que salimos rumbo a Pachay Damü, donde acamparíamos esa noche...
La noche nos agarró en el camino de tierra que conduce al sitio de acampada, así que al llegar no tuvimos visibilidad de nada, cosa que me encanta, porque  así al despertar en la mañana te sorprendes con lo que te rodea y es super emocionante abrir los ojos y estar en un sitio que, me gusta pensar, se engalanó en la noche para recibirnos a nosotros, sus visitantes...
Vista desde arriba. El Oasis
En la mañana bajamos hasta ese sitio de ensueño que descubrimos en la mañana, la bajada no es sencilla, pero si se hace con cuidado y calma, cualquiera puede bajar...
Las fotos no se hicieron esperar antes durante y despues del descenso. Todos unos exploradores conociendo la Gran Sabana con respeto y admiración. Bajamos, y en seguida nos metimos al agua!. Estaba fría, si; pero el calor del descenso y la ganas de meterse, te ayudan a aclimatarte más facilmente.
Flotamos, nadamos, nos metimos bajo la cascada, hicimos cascada terapia, masaje de piedra, fotos, chistes, conversaciones profundas como el pozo debajo de nosotros... La Gran Sabana tiene sabiduría de sobra!
Al rato, raaaaato de estar allí, en esa soledad nuestra, en ese pozo prestado por los dioses para nuestro disfrute, decidimos partir. Teníamos otros sitios que visitar, y aún debíamos subir a recoger el campamento.
Subimos, volteamos a mirar de nuevo lo que dejamos atrás y caminamos hacia el campamento.  Recoger el campamento y salir, se nos hace más fácil con el transcurrir de los días, ya que vamos agarrando práctica. Salimos a la troncal 10 y continuamos con el recorrido de ese día. Nos estaba esperando el gran Río Arapena...


Hasta esta zona está permitido entrar en vehículos al Salto Arapena - Yuruaní

¡Cortinas del Yuruaní!, aquí nos tienes!!... Estacionamos los carros y nos fuimos caminando hasta el río, tenía bastante agua, pero podríamos meternos en las cortinas... Entrar allí es como una prueba a uno mismo, no es una experiencia sencilla, hay que soltar los miedos y respetar el agua. Imagina sumar, el color oscuro del agua llena de minerales, más la corriente del agua, mientras caminas por una laja de piedra que puede tener desniveles, debes caminar despacio, y luego llegar hasta la cortina, que es donde el agua cae desde arriba y se separa un poco de la roca.


Cortinas del Yuruaní
 Por allí caminamos, con sumo cuidado, pero con la intención de superar ese obstáculo, ese miedo. Nos libramos de eso, lo hicimos, y ¿saben que? ¡Fue maravilloso!.
Apreciar esa majestuosidad, esa inmensidad, esa fuerza. Respetar su fuerza, pero sin temerle. Admirar el imponente Tepuy Yuruaní, que le da el nombre al río. Fue una grata experiencia...

Salir del Yuruaní y cruzar la troncal 10 para adentrarnos en lo que llaman el Mirador de la Playita, y posteriormente la playita. Las fotos no podían faltar, la cadena de tepuys bastante despejadas, la sabana verde gracias a las lluvias que nunca faltan, el imponente río que cruza la sabana desde el tepuy y el puente, que se ve como un intruso, pero que con el pasar del tiempo a comenzado a hacerse parte del paisaje. También se puede ver la antigua carretera de tierra,o lo que queda de ella, y el lugar donde la gente esperaba a la chalana, cuando aun no se construía el Puente. Todo eso se puede observar desde el mirador...
Mirador de la Playita

 Foto para los vehículos, y también para nosotros... 
Mirador de La Playita. Foto: Toto
Foto: Carlos
Del mirador bajamos a la Playita de Yuruaní, un descanso del gran río Yuruaní donde los arenales forman una playa de agua dulce que es agradable y hermosa. Es un lugar agradable, pero bastante visitado por los puri puri, nosotros peferimos acampar en otro lugar. Conocido el sitio, partimos hacia nuestro próximo destino, la Panaderia El Manantial donde almorzaríamos. Al llegar, ordenamos y luego comimos una rica comida, tomamos chocolate caliente acompañado de pan dulce y nos despedimos,no sin antes entregarle algunos juguetes a los niños que estaban allí.



Salimos rumbo a Sakaiká, donde pasaríamos la noche, al llegar, habían varios grupos acampando, por lo que nos ubicamos alejados y armamos campamento. El amigo Alfred hizo un arroz suculento con el cual cenamos, nos acostamos temprano, pues estabamos cansados.
Esa noche llovió, como puede confirmarlo Alfred, que tuvo que pararse en plena noche a buscar el sobretecho de su tuqueque para poder seguir durmiendo.. Sin duda, anécdotas de camping!

Al amanecer nos levantamos calladitos, buscamos la torta de que habíamos comprado a Andrea y fuimos hasta su carpa para despertarla como toda una cumpleañera, ¡cantando las mañanitas!. Fue una grata sorpresa para ella y un grato momento para nosotros...
Sakaiká
Luego hicimos desayuno, recogimos un poco y nos acercamos al salto para conocerlo y hacer algunas fotos... al retornar del salto, terminamos de recoger todo y partimos hacia Anaway.
Juguetes para los niños de Anaway.
Antes de llegar al Salto Anaway, pasamos por la comunidad, donde hicimos parada para entregar juguetes a los niños; allí nos encontramos con unas indiecitas morochitas de lo más bellas!, y un montón de niñitos hermosos que se fueron acercando a los carros y a quienes les dimos juguetes.

Nuestro amigo Alfred (Ktqmene) en la Yellow Thunder aprovechó esa ocasión para entregar su donativo también, por lo que le ayudamos a sacar las bolsas y las entregamos a la Comunidad de Anaway. Hicimos las fotos respectivas y seguimos.
Ropa para la gente de Anaway de parte de KTQMENE
Llegar al salto y bajar a bañarse fue simultáneo!. Esas cascadas de la Gran Sabana te llaman con insistencia!. Toto nos llevó cascada abajo y conocimos otros pequeños saltos donde las caídas de agua son un bálsamo para los dolores musculares y hasta los del alma!.
Anaway, Foto: Toto

Recorriendo esas cascadas y bañándonos en todos esos pozos nos tomó un ratote, pero relajados, porque no teníamos apuro.
Hicimos el recorrido de vuelta a los carros, nos vestimos y partimos, no sin antes despedirnos de la gente amable y apacible de Anaway, ¡hasta la próxima visita!.



Salto Anaway
Llegamos a Kawi con el atardecer, ubicamos un buen lugar donde tuviéramos acceso a una Churuata para las carpas de piso y armamos. 

Llamamos a todos los niños, pues aún teníamos juguetes. Fueron llegando poco a poco los niños de la Comunidad y hasta uno que otro amiguito turista que estaban acampando en el sitio, los pintamos y les dimos su respectivo juguetes... Niños felices y nosotros también...
Niños jugando en Kawi
Estuvimos un rato hablando y pasándonos fotos, pues el día seguiente nos tocaba regresar...
Nos levantamos tempranito, recogimos las carpas, ordenamos la maleta y el equipaje en las camionetas y nos fuimos hasta Kamoiran, allí recargamos gasolina y despues de eso, Victoria no prendía... Creo que nos tendremos que quedar unos días más, dijo alguien... Y las caras de alegría no fueron normales.. Jajaja!. Cuantas ganas de quedarnos teníamos... Encinchamos la camioneta y la estacionamos fuera de la bomba para poder revisarla, resultó ser humedad en los fusibles y nada más... No fue nada difícil solventar eso.  Resuelta la falla, nos comimos unas empanadas demasiado buenas que hacen allí y llegó el temible momento, la despedida...
Y uno se siente de repente triste y melancólico, y se le forma tremendo nudo en la garganta...Dejar atrás la Gran Sabana es maluco!, es como triste. Uno siente que está dejando el alma en la sabana, que se sienta sobre una piedra a esperarte hasta que regreses...
Con ese nudo, esa melancolía y el guarapo aguaíto nos fuimos... Comenzamos a dejar atrás las vistas infinitas, las montañas sagradas, las piedras firmes que forman el macizo guayanés, las cascadas de energía que te bañan y recargan, la gente amable y tímida, los niños color de agua de río... Dejamos atrás la brisa incansable y los ríos que se abren camino entre la tierra sirviendo de alimento a plantas animales e indios... Dejamos atrás su grandeza, pero nos llevamos su inmensidad, guardada bien profundo en el alma, donde nadie la toca, nadie la daña y donde espera pacientemente a una nueva conexión, a un pronto regreso, porque la sabana es noble y se prepara para recibirnos de nuevo...
Así nos fuimos, llenos de recuerdos, de sonrisas, de energía y de Amor por lo nuestro, por nuestra tierra, por Venezuela!.

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