

De pronto, cuando menos lo esperábamos, llegamos al cruce que nos indicaron unos kilómetros atrás. En esa "T", teníamos derecho a Chabasquén, y a la derecha Biscucuy y Boconó, esta última nuestro destino por ese día.
De allí en adelante la carretera nos es familiar, los paisajes y senderos ya los hemos visto antes y nos resultan cada vez más encantadores.
Al llegar a Boconó fuimos derechito al hotel para cuadrar alojamiento y luego poder ir con tranquilidad a comer. En esta oportunidad nos alojamos en un Hotel que está en la salida hacia Valera, El Hotel Campestre La Colina, allí dormiríamos esa noche. Bajamos sólo el equipaje que íbamos a necesitar esa noche y partimos en una sola de las camionetas a comernos algo. Nuestra recomendación en Boconó es comer en la Calle del Hambre, que está al lado del Hospital. Allí encontraran comida para todos los gustos y super divina!.

Nos levantamos, uno de los pilotos (Carlos) salió al pasillo frente a las habitaciones y se sentó de un banco de cemento que estaba frente a la habitación, resultó que el banco estaba flojo y se le vino encima sobre los talones, para tratar de aminorar el golpe, metió la mano y todo terminó en un dedo herido con una cortada algo larga aunque poco profunda, y una uña morada que a las semanas perdería...

Comenzamos a subir y uno va sintiendo el friíto, empieza uno a sacar los guantes, bufandas, abrigos y cobijas para evitar que el cuerpo se enfríe y poder llegar calienticos a Cabimbú. Una que otra parada para mirar el paisaje, o para tomar alguna foto, son momentos impelables de nuestros viajes...
LLegamos como a las 3:30pm al sitio de acampada. El clima estaba agradable, aunque se sentía ya el frío, era agradable, nos dispusimos a armar campamento antes de que nos llegara la noche.
Estando en esa labor, nos llegaron los primeros visitantes, u
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Foto: Luis Ferrer |
Durante la noche llovió bastante, amaneció nublado y casi sin sol, Ferrer hizo algunas fotos del campamento mientras cocinábamos un suculento desayuno americano.
Desayunamos entre lluvia y viento debajo de los toldos y en nuestro refugio a prueba de terremoto y maremoto que armamos cada vez que nos toca frío, allí estuvimos un rato conversando hasta que nos pusimos a pensar en la brisa y la lluvia que no cesaba...
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Foto: Luis Ferrer |
A medida que bajamos fue cuando comenzamos a notar el pocotón de agua que cayó durante la noche, las sanjas a orilla de carretera, la tierra recién movida por una maquina que era un barro bastante cremoso que nos dió la bienvenida en plena curva, entre otras cositas propias de esas carreteras Trujillanas cuando llueve.. ¡Menos mal que es verano!, pensó más de uno... La gente nos miraba pasar interesados e inquietos, no cualquiera se atreve a bajar por esos caminos con tremendo palo de agua cayendo, pero ¿Qué podíamos hacer?, debíamos volver a casa...

Al terminar de bajar, llegamos a Niquitao, eran aproximadamente las 7:00pm. Al llegar nos econtramos con que la Posada estaba FULL!, no había ni un cuartico, ni un pasillito, nada!. Nosotros con las carpas bien mojadas y sin ánimos de pasar frío, además sabíamos que en Boconó todo estaría igual o más lleno que en Niquitao. Afortunadamente el dueño de la posada es amigo desde hace unos años, amigo de esos de la carretera, gente que conoces cuando andas en la vía y que tocan tu corazón por su amabilidad y actitud de bondad... Así que nos cedió un espacio que es su sala de estar, allí pudimos inflar colchones y pasar la noche.
En la mañana siguiente, nos despertamos tempranito, llovió durante toda la noche así que hacía bastante frío.Recogimos los colchones, nos arreglamos, nos despedimos y nos fuimos... Aun estaba oscuro cuando arrancamos, comenzaba a llover de nuevo, los ríos estaban crecidos y nos encontramos varios derrumbes en el camino.. Asì llegamos a Boconó, cuando el sol alumbra todo a su paso y la soledad reina en las calles, salvo por uno que otro valiente que se atreve a luchar contra el frío que reina...
Encontramos una Estación de Servicio abierta, recargamos gasolina y noa dsayunamos unas arepas suculentas y baratas que vendía un muchacho en un carrito frente a la Bomba. Así terminamos de despertarnos, de calentarnos y de agarrar energía para el día de carretera que nos quedaba.
Nos despedimos de Luis y nos separamos... Rumbo a casa, pero con ganas de volver...
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